Al profesor Santiago Segura, en
memoria
El 11
de febrero hemos sufrido una dolorosa pérdida con el fallecimiento del profesor
Santiago Segura Munguía. Nacido en Santa Olalla de Bureba (Burgos) en 1922,
tras cursar el bachillerato en San Sebastián, fue a
Madrid a estudiar Filología Clásica. Recién licenciado trabajó en los
institutos de enseñanza media en Ciudad Real (1947-51), en Logroño (1951) y en
Jaén (1951-58). En esta última ciudad conoció a María del Carmen Luzón, la que
sería su esposa. Posteriormente, con el grado de catedrático, en 1958 vino a
Bilbao y durante los cursos 1958-1960 y 1968-87, fue profesor en el instituto
Femenino de la capital vizcaína, pasando, desde 1961 a1967, al Masculino.
Participó en la creación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad
de Deusto y, desde entonces, ejerció como profesor de latín hasta su jubilación
en 1994, a partir de la cual siguió como profesor emérito. Al final, nos ha
dejado con 91 años.
Allí
lo conocí yo, en los comienzos de los setenta cuando, tras terminar el servicio
militar, comencé mis estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de
Deusto. Él impartía latín clásico y latín vulgar, y nos explicaba la evolución
de las palabras latinas a las lenguas románicas. Hay una gran difierencia entre
un mero profesor asalariado y un maestro vocacional. Y Don Santiago, sin duda,
era de estos últimos. Sabía mucho, pero, sobre todo, saltaba a la vista que
amaba el tema que enseñaba. Las características o peculiaridades de la
gramática latina, aspectos que a menudo se tratan superficialmente, él nos las
explicaba con detalle, con la finura de quien conoce bien lo que tiene entre
manos, aclarando cómo las palabras latinas habían pasado al castellano y a
otras lenguas románicas, o cómo se habían perdido. Y muchas veces, aunque fuera
algo increíble en aquel ambiente, nos explicaba con precisión las palabras que
el euskara había tomado del latín
Dejó
escritos dos libros sobre la influencia que el latín había tenido en el
euskara: Mil años de Historia Vasca a
través de la literatura greco-latina, y Del
latín al euskara - Latinetik euskarara, este último en colaboración con el
profesor Juan M. Etxebarria. En esos trabajos, al igual que hizo L. Mitxelena,
nos mostraba cómo el latín no fue enemigo del euskara, sino antiguo coetáneo,
compañero y medio de cultura.
Baina
verba volant, scripta manent, él sabía muy bien que mientras las palabras se
van volando, lo escrito permanece. Y lo que nos ofrecía a sus alumnos en las
aulas, nos lo quiso dejar también impreso. Escribió muchos libros entorno al
latín: gramáticas, métodos de latín, diccionarios comunes y etimológicos, en
los que señalaba étimos de todas las lenguas románicas, cultura, costumbres y
juegos de Roma y Grecia clásicas, formas de creación de palabras derivadas y
compuestas, respuestas de las pruebas de selectividad y, en los últimos
tiempos, obras sobre botánica y jardinería en la antigüedad, con maravillosos
ejemplos.
El
señor Segura sabía aunar, en sus libros
de texto, las declinaciones, las conjugaciones verales y las reglas sintácticas
con ejemplos cotidianos que demostraban que esta lengua seguía viva, con
múltiples ejemplos y anécdotas de la vida de los romanos. Y no sólo tenía
conocimientos, también sabía enseñarlos, y hacía que sus alumnos amáramos la
asignatura que él tanto amaba. Además de la gramática y la literatura latina,
nos enseñaba la cultura, el arte y las costumbres de aquel viejo Imperio, con
multitud de interesantes datos. Por las tardes, a modo de seminario, también
nos traía los resúmenes de los libros que estaba escribiendo, sobre las raíces
latinas y las indoeuropeas. No se quedaba en la mera teoría y nos mostraba
listas de ejemplos bien escogidos, ralacionados con nuestros temas diarios. Nos
enseñaba magníficamente la amplia relación del latín con la cultura y la lengua
de la Edad Antigua, de la Edad Media y la actual, con clarificadores ejemplos.
Ser
hijo de campesinos, le facilitaba el entender y explicar el trabajo, las
herramientas y las costumbres del mundo rural, algo totalmente desconocido para
los del medio urbano.
En
alguna ocasión, bromeando, los alumnos le preguntábamos de dónde sacaba tanto
tiempo para hacer tan abundantes y magníficos trabajos y él, sonriendo, nos
solía contestar: “ Es lo mismo que sacar adelante a los hijos en una familia numerosa,
criarlos y educarlos”.
Pero,
sin embargo, estaba claro que por encima de todo, sus motores eran la devoción
y el amor por la asignatura. Con sus trabajos nos ha dejado una extensa
bibliografía. Libros de texto de gran calidad y obras de cosulta, algunas de
ellas incluso traducidas al catalán, muestra de la aceptación que han tenido.
Los
que lo conocimos, familiares, amigos y alumnos, no podremos olvidarlo jamás.
Como he dicho antes, Don Santiago Segura era natural de Santa Olalla de Bureba
(Burgos) y su pueblo natal lo nombró “Hijo Predilecto” el 12 de octubre de
1999. Sin embargo, pasó la mayor parte de su vida en Euskal Heria,
especialmente en Bilbao. Aquí tenemos también el fruto de su trabajo y él amó
profundamente a Euskal Herria y a sus gentes, muestra de ello son los nombres
de sus nietos. Seguramente no seré el primero en pedirlo, pero tampoco quisiera
ser el último, y creo firmemente que Don Santiago Segura Munguía, profesor,
amigo, hombre bueno y honesto, tiene entre nosotros, méritos para un monumento, al menos una calle y un nombramiento de hijo
predilecto. Dixi et salvavi animam meam.